La clave para dar ese salto que tu empresa necesita, sin que te implique más esfuerzo ni más estrés, es un cambio de actitud
Si antes pensabas que con más empleados ibas a tener más tiempo, con más facturación más ganancias y con más trayectoria menos problemas…
Si la empresa se fue volviendo más lenta y menos eficiente…
Si te empieza a pesar la falta de tiempo personal y el estancamiento de la rentabilidad…
Si alguna vez te preguntas: Mi empresa me ayuda o trabajo para mantenerla?…
Todas estas son señales de que la fórmula “más tiempo y más esfuerzo” que antes resultaba ahora no funciona. Y de que es el momento justo para dar ese paso hacia una empresa consolidada en la que no haya que correr todo el día apagando incendios.
El paso hacia la consolidación requiere ante todo un cambio de enfoque. Hasta ahora veías las limitaciones que estaban afuera: en tus empleados, en el mercado, en los clientes… Ahora, con una trayectoria como dueño de tu empresa, ya sabes que si no das vos mismo un paso diferente, todo termina en lo mismo. Llegaste a un punto en el que solo un cambio de mirada y una modificación de tu postura, te va a permitir mejorar la rentabilidad y recuperar el placer de liderar la empresa.
¿Cuáles son las claves para dar ese salto que tanto estás buscando?
- Reconocerte como empresario o empresaria: No estás donde estás por casualidad ni porque la pegaste sino porque hiciste un montón de cosas para que el negocio funcione. El rol de empresario no es mayor o menor según el tamaño o la prolijidad de la empresa. Tiene que ver con la trayectoria y la experiencia. Por eso no existe una manera de ser empresario más adecuada que la tuya, la prueba de esto es la continuidad de tu negocio.
El hecho de que no te reconozcas como empresario, o que te parezca que tu negocio no es como se supone que debería ser, no es solo un mensaje que te das a vos mismo, es una postura que afecta a toda tu realidad. Porque desde ese sentimiento, de no creerte del todo empresario, es desde donde te relacionas con tu tiempo personal, con el dinero, con los empleados y proveedores.
No alcanza con hacer lo que haces. Necesitas también creértelo y pararte desde otro lugar para que tu rol tome su verdadera dimensión. Hace tiempo venis desempeñando esta función es hora veas la importancia que tiene. Asumirte como empresario le va a dar definitivamente a tu negocio el estatus de empresa.
- Ponerle límites a la empresa: Al principio la empresa necesitó de toda tu dedicación para formarse y tener continuidad. Pero lo que antes era una ventaja ahora es una limitación, porque al estar totalmente metido en el negocio no le podes exigir ni juzgarlo desde afuera.
Para lograr consolidación, la empresa no necesita que la sigas sobreprotegiendo, sino que dejes de ser ese operario de lujo y que transformes el esfuerzo en capacidad directiva, porque en eso sos insustituible. Esto significa, ponerle límites. Por un lado, no confundiendo el capital de trabajo con tu patrimonio personal porque no es bueno ser el inversionista de la empresa. Y, por el otro, limitando el tiempo que le dedicas, porque tu función no se mide en cantidad de horas de trabajo.
Si priorizas tu vida personal no solo vas a proteger tu salud, tu familia y tu patrimonio, sino que vas a beneficiar muchísimo a la empresa porque le vas a exigir mayor rendimiento. Y para esto, la mejor ayuda es tu pareja. Escuchar sus reclamos respecto de la empresa te permite tomar distancia, porque si no le pones límites, el negocio siempre te va a pedir más. Hay un momento en que la empresa no se desarrolla con tu dedicación sino con tu exigencia.
- Tomar decisiones orientadas a la rentabilidad: En las primeras épocas, era natural que tu motor para crecer fuera el reconocimiento de los otros. Querías demostrarle a los demás –y a vos mismo– tu capacidad para lograr cosas. Pero a la hora de buscar la consolidación la única brújula tiene que ser la rentabilidad.
Ni la facturación, ni la participación en el mercado, ni el posicionamiento de marca, ni la cantidad de empleados son señales fieles de tu capacidad empresaria. Solamente la creación de valor, reflejada en la rentabilidad, muestra tu capacidad empresaria.
Este es el indicador que garantiza la continuidad del negocio, ya que a fin de cuentas el mercado se las arregla para darles continuidad sólo a las empresas rentables.
Es fundamental que sepas si tu empresa gana o pierde , dónde se generan ganancias y dónde no, para tomar decisiones orientadas a la rentabilidad y no a la imagen.
Esto no quiere decir dejar de lado la imagen, pero a la hora de continuar con un cliente complicado, renovar las oficinas o participar en una exposición, corresponde elegir los negocios por los beneficios que dejan. Porque buscar el aplauso de la tribuna puede llevarte a perder dinero. Y lo que te va a permitir concretar esa verdadera misión empresaria, que está más allá de la rentabilidad y el reconocimiento, es la continuidad de la empresa.
Con el transcurso del tiempo y la trayectoria de la empresa, aparecen nuevas necesidades en tu vida personal y empresaria. En este punto es necesario sumarle a tu experiencia un nuevo enfoque que te permita disfrutar de tu función y acceder a un camino mucho más placentero de crecimiento empresarial.
3 consejos para dar el próximo paso que tu empresa necesita
Extracto: Quiróz Especialistas en Pymes