En la actualidad, las personas viven muy aceleradas. El trabajo, las actividades, los pensamientos, las emociones, los deseos, transforman nuestras vidas y la convierten en una sensación constante de pérdida y ganancia, fracaso o éxito. De ahí, la importancia de hacer silencio y quedarse quieto para alcanzar una vida plena sin que las herramientas y los deseos nos dominen.
La técnica del “hacer silencio y quedarse quieto” es una práctica milenaria que el argentino, Jorge Bustamante, enseña desde hace más de 30 años. Se trata de un modo de vida Zen que busca aquietar la mente y, a través de ella, combatir el deseo y el miedo, conduciendo al cuerpo y al espíritu a su condición normal.
Según esta disciplina las personas están llenas de deseos e ilusiones que constantemente buscan alcanzar, y que al no poder conseguirlas, terminan cayendo en el miedo, la desilusión y el fracaso. Un estado dicotómico y permanente, del cual el individuo no puede salir.
“Si un hombre no tiene trabajo, quiere trabajo. Cuando consigue trabajo, no le alcanza la plata y tiene que buscar otro trabajo, y así”
En consecuencia, la gente tiene miedo a quedarse quieta, ya que al estar pensando constantemente en lo que se va a hacer, quedarse quieto es cómo perder la sensación de existir.
En relación con esto, la práctica Zen es una vía al autoconocimiento, que propone vivir una vida simple para reencontrarse con lo esencial de las cosas. La simpleza dice Bustamante, no significa estar en contra de las tecnologías, ya que tener internet, aviones y demás aparatos son muy útiles para nuestra época y no podemos escapar de ella. Sin embargo, debe ser el hombre quien domine las herramientas y no las herramientas al hombre.
“Esto significa, a la hora de dormir, prepararse para dormir; a la hora de encontrarse con la esposa, con los hijos, con los padres, prepararse para estar con ellos”
Del mismo modo pasa con los deseos. Está bien querer formar una familia, querer tener un hogar o querer tener trabajo honesto. Eso está bien y es natural. El problema está en el momento en que se deja de disfrutar del recorrido, porque un nuevo deseo ya nos dominó.
“Si un hombre está subiendo la montaña, el deseo lo motoriza para tener energía y llegar. Pero si en el camino ya está pensando en sacarse una foto para sus amigos y cuando se saca la foto, ya está pensando en cómo bajar, entonces el deseo se lo comió”.
El deseo, en este caso, es bueno para tener energía, no obstante hacer silencio y quedarse quieto, transforma esa pasión que antes era egoísta en compasión. Un sentimiento que ayuda a mejorar el cuerpo y el espíritu, ya que permite conectarnos con las personas y con el instante en el que suceden las cosas.
La importancia de hacer silencio y quedarse quieto
Redacción: Casandra Ortega
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