Decimos querer una cosa y hacemos otra. Nos prometemos algo en algún momento con la mayor de las firmezas y luego lo dejamos a mitad de camino como si nada hubiese pasado.
Nos justificamos, nos engañamos, nos creemos nuestras mentiras, cuando en verdad esta actitud reiterada y sostenida en el tiempo, tiene nombre y apellido: sabotaje hacia uno mismo.
Una carrera casi entera y un par de materias en la galera que nos aleja de la meta, un cambio de trabajo que se amaga y nunca llega, una relación que ya nos dijimos que no y volvemos a caer una y otra vez… De estas circunstancias podría enumerar infinitas más y seguro a todos algún zapato nos calza.
Detrás de esta tendencia inconsciente que nos arrastra cual si fuera la furia de un huracán, se esconde una intensa emoción de miedo y ansiedad a lo incierto y desconocido. Decimos estar hartos de lo mismo y nos aferramos al circuito de siempre como quien se agarra estando al borde un precipicio. ¿¡Quien no quiere que le vaya bien?! Si fuera tan sencillo responder a esta pregunta nuestro inconsciente no nos jugaría tantas malas pasadas, ¿verdad?.
En el auto-sabotaje hay dos cuestiones principales con las cuales lidiar:
1- Por un lado, todo cambio nos exige re-posicionarnos. Y aunque la razón quiere convencer a la emoción de que es para mejor… el miedo a lo desconocido, al fracaso, a decepcionarnos, a no poder, lleva años de arraigo en nuestro cerebro más primitivo. Recibirnos por ejemplo, nos obliga a desplegarnos, a no tener excusas para seguir dependiendo, a hacer una apuesta y sentirnos fracasar, a darnos cuenta que no éramos tan buenos como solíamos pensar. Una relación de a dos saludable, nos da gratificación pero también nos exige mayor compromiso, renunciar a decidir a nuestras anchas, mayor intimidad, el riesgo de involucrarnos y que vaya mal, correr el riesgo de infidelidad, repetir la historia de nuestros padres que vivimos de niños y no nos gustó.
2- Por otro lado, supone renunciar al placer instantáneo, a corto plazo, en pos de una satisfacción mayor… Es difícil decir que no a un alfajor, decir qué sí a ir al gimnasio, renunciar a un cumpleaños para guardarnos y estudiar lo que menos ganas nos da.
A veces nos saboteamos porque no resistimos la tentación, porque nos cuesta decir que no, porque priorizamos el disfrute y la autocomplacencia o porque la voluntad nos cuesta.
La sabiduría de apostar al largo plazo
A nadie le va bien en la vida, goza de buena salud y tiene relaciones valiosas de casualidad. Detrás de este cantar, hay sudor, transpiración, esfuerzo, resistencia, perseverancia y autoestima bien forjada como para poder elegir “lo mejor para sí” aunque ahora mismo no nos den ganas o prefiramos distraernos con otra cosa que nos atraiga más.
Elegir lo bueno para sí, es indicio de madurez emocional y amorosidad hacia nosotros mismos. Nos cueste menos, nos cueste más… por cada vez que decidimos progresivamente, desde la plena consciencia y reconociendo que esa elección será buena para sí, estamos sembrando una buena cosecha.
Esto no quiere decir renunciar a lo que deseamos, sino diferenciar un deseo insustancial e instantáneo de otro que nos hace sentir orgullosos de nosotros mismos.
Experimentar contento extendido en el tiempo y sentirnos crecer y avanzar en el camino de la vida que siempre nos invita a elegir ¿por acá o por allá? es la mejor sensación. Tal como esos cuentos con diferentes desenlaces, le vamos dando forma a nuestra existencia a partir de nuestras apuestas, de nuestra capacidad para sostener lo que nos hace bien y de nuestro nivel de consciencia, que evoluciona cada vez que tomamos decisiones con lucidez.
Sostener una meta a largo plazo, nos fuerza a transitar por la delgada línea del auto-sabotaje pero cuando sostenemos el timón bien firme y llegamos a experimentar el “sabor” de la meta conseguida y de los logros alcanzados, nos damos cuenta de la diferencia entre el corto y el largo plazo.
En una sociedad que nos seduce con la satisfacción inmediata, que nos cuenta el cuento de lo fácil y sin esfuerzo, ser coherentes y consistentes con lo que realmente ansiamos sin caer en el engaño y el pensamiento mágico, es ser héroe y tenernos como aliados.
Solo las personas que van por la vida atentas, motivadas y bien despiertas son capaces de alcanzar sus aspiraciones. Las personas que se conocen, que ya no se creen sus excusas y justificaciones, pueden transcender la barrera de sus miedos, condicionamientos, mandatos y limitaciones y no ponerse trabas cuando están a punto de alcanzar lo que deseaban. Atraviesan la neblina de lo incierto y lo desconocido y se dan cuenta que no hay nada tan terrible ni tan difícil, que todo es experiencia y que de la experiencia se va puliendo una buena pieza.
¿Cómo trascender el auto-sabotaje?
Si de repente nos encontramos poniéndonos excusas para no hacer lo que nos prometimos hacer, dilatando tareas relevantes y quedándonos en insignificancias que no nos representan nada, si nos contamos el cuento de la falta de tiempo o lo difícil del esfuerzo, tenemos que saber que el primer paso para dejar de sabotearnos es dejar de creernos estos relatos y engaños.
Claves que nos ayudan a dejar de ponernos trabas
- Sabernos capaces
Conocer no solo los recursos actuales de los que disponemos ahora mismo, sino nuestra capacidad de desarrollar los que necesitamos para afrontar las nuevas circunstancias, nos da coraje para animarnos a lo que evaluamos como desafiante. En la medida en que cuestionamos nuestras creencias negativas, aprenderemos a alentarnos, logrando de a poco ir eliminando la tendencia al auto-sabotaje. Creer que no somos capaces mina nuestra autoestima y con el paso del tiempo puede llegar a tener consecuencias muy negativas en todos los ámbitos de nuestra vida.
- Comenzar con metas alcanzables
Para comenzar a sembrar confianza en uno mismo, las metas deben ser realizables y sensatas, de lo contrario, no tardará en aparecer la inseguridad y el impulso a echarnos hacia atrás. Cuando tildamos lo conseguido, podemos ir incrementando los desafíos y subiendo la vara para competir y superar nuestra propia marca. Mirar hacia atrás y vernos avanzar, nos llena de orgullo personal y nos provee de la motivación necesaria para ponernos nuevas metas. Cuando experimentamos sabor a “conquista”, deseamos situar cada vez más banderas en los territorios ganados y por ganar.
Y cuando las objetivos parezcan lejanos e inalcanzables, no los ajustes, solo reconsidera los pasos y las etapas necesarias para alcanzar lo que deseas. Redondea siempre para arriba, nunca para abajo y te sentirás mucho mejor contigo mismo.
- Gobernar la paciencia y entrenar la perseverancia
Solo las personas pacientes y perseverantes consiguen sus metas. Cuando se trata de alcanzar lo importante, las exigencias de urgencia deben quedar atrás. La ansiedad por alcanzar resultados nos hace saltar antes del barco. A veces no nos creemos capaces cuando en realidad lo que nos falta no es más capacidad sino tiempo y constancia para lo que necesita suficiente cocción y horno a moderación.
- Tolerancia a la frustración
A veces no iniciamos nada por miedo a la desilusión, sin embargo el que no arriesga no gana y el que se queda dormidos en los laurales rara vez despierta de su desidia y de su tendencia a la pereza. Nuestras ambiciones deben ir de la mano de los esfuerzos y la osadía que tengamos para animarnos a lo difícil, a lo que cuesta. Nada, absolutamente nada, de entrada es sencillo y sin complicaciones. Cuando iniciamos algo, debemos de tener bien en claro que aparecerán contrariedades, que a veces no tendremos ganas y que lo importante es sostener el timón más allá de las emociones que nos invadan y las circunstancias que tengamos que transitar.
Es indicio de inmadurez emocional abandonar ante la primera eventualidad que nos va mal o ni bien las expectativas no resultan según lo que esperábamos alcanzar en un tiempo determinado.
- Abandona la tendencia a pensar en términos de bien o mal – blanco o negro
Imagina una paleta de colores con infinidad de matices. Las cosas pueden comenzar “medianamente” bien y de a poco mejorar, o empezar de lo mejor y luego decaer.
Hay toda una gama de tonalidades entre bien o mal y blanco o negro. Lo importante es no pretender que todo encaje según lo planeado. Contemplar lo inesperado, los imprevistos, los contratiempos, las subidas y bajadas nos ayuda a no oscilar de pico en pico y lograr una estabilidad, en donde lo bueno hecho es siempre mejor que lo perfecto nunca llevado a cabo.
Si continuamente queremos hacer todo bien puede que al final caigamos en un nivel de exigencia tan alto que nos conduzca a una continua insatisfacción y a un alto grado de estrés que nos termine desmotivando. No te desanimes cuando las cosas parezcan no tener solución o sientas que todo va de mal en peor. La vida está llena de altibajos. Lo que puede parecer negativo hoy, mañana puede sentirse distinto y hasta para mejor.
- Acepta que te equivocarás, fallarás y quizás tengas que volver a comenzar
Cuando se trata de dejar de sabotearte es favorable y beneficioso que seas consciente de que equivocarte no es para nada grave. Abandona tu tendencia a dramatizar. A esta vida venimos a aprender, a embarrarnos, a patinar, a colapsar, a tropezar, a extraviarnos y a volvernos a encontrar, a caernos y volvernos a levantar. Así nos fortalecemos y aprendemos que de toda experiencia algo nuevo se cultiva… y que de seguro es mejor una vida consumida en el error que una vida no vivida por temor.
Sabotearnos no ha de ser una huída a lo que no estamos del todo convencidos
Sabotearnos nunca es una buena salida de aquello que nos da pavor, es mejor ser honestos y sinceros para reconocer que todavía no nos animamos a algo o no estamos dispuestos a dar todo de sí que auto-engañarnos y concluir que no podemos, que no somos capaces, que nada nos sale…
Cuando estemos realmente convencidos de lograr algo, tendremos la voluntad, la constancia, el brío y las agallas para atravesar lo que haya que atravesar, abandonar el victimismo y ser protagonistas de nuestros aciertos y fracasos, sin dejar de remar en la dirección que queremos avanzar, más allá de los obstáculos, con viento a favor o en contra, con marea alta o con marea baja. Lo mismo da, lo importante es nunca dejar de intentar y tratarse siempre con amorosidad.Solicitar Consulta
¿Por qué nos saboteamos a nosotros mismos?
Redacción: Psi. Corina Valdano