La inteligencia emocional es un músculo que hemos de aprender a ejercitar. Resulta vital en el vínculo con nosotros mismos y los demás, comenzar a entrenarnos en este valioso hábito.
Ser inteligentes emocionales es contar con nuestra capacidad conciente de gestionar lo que sentimos con madurez, en lugar de caer en el arrebato de someternos a nuestros primitivos impulsos inconcientes.
Cuando ignoramos y desatendemos lo que sentimos, lo que no es visto se presenta “como destino”. Si ignoramos que nos rechazamos resonaremos con personas que nos recuerden ese destrato. Así, la agresión del otro habla más de cada uno de nosotros que del otro. La pantalla del mundo es un espejo en donde nos reflejamos. Si en lugar de indignarnos con lo que nos pasa, comenzamos a indagar nuestra interioridad, comprenderemos que no somos ajenos a los resultados que obtenemos.
La Ley de Resonancia afirma que de acuerdo a nuestra vibración atraemos acontecimientos acordes a nuestras verdaderas emociones. Viene bien aclarar que la famosa “ley de atracción” no responde a nuestros anhelos y deseos sino a lo que “estamos siendo y sintiendo” momento a momento. Más que sentarnos a desear fuerte e imaginar escenarios, lo sensato es abordar nuestro mundo emocional y alinear nuestro sentir con nuestro porvenir.
Así, por ejemplo: podemos desear conseguir un buen trabajo, pero si no confiamos en nuestros recursos y nuestro potencial resonaremos con aquellos empleos acordes a la confianza que nos tenemos. Del mismo modo respecto a una pareja…cuando el patrón de elección se repite, no es mera casualidad. Se trata de una sincronicidad que nos invita a trabajar lo que nos negamos a reconocer de nuestra interioridad. Remarco la palabra “repetición” porque en la exageración de un patrón está la clave se nuestra superación. Por eso no es lo mismo “una experiencia” que una secuencia de vivencias en donde cambiamos el actor, pero mantenemos el guion.
Si nos enojamos con el afuera y ponemos el problema en los demás nos perdemos la oportunidad de auto-indagar en nosotros mismos. El mundo externo no es más que un reflejo de nuestro intrincado mundo interno. Hallar la punta al ovillo y empezar a “hilvanar” nos lleva a un lugar de verdadera madurez emocional.
inteligencia emocional
Si pretendemos conseguir lo que deseamos, deberíamos empezar observando nuestras emociones, pensamientos, sentimientos y creencias. Cada contenido interno es una vibración que haya su correspondencia en el mundo exterior. Así el mundo exterior e interior no es más que una manera “dual” de expresar lo mismo en diferente polaridad. La mente del hombre separa para entender: yo / el otro – externo / interno – arriba / abajo. Cuando trascendemos las dualidades y comprendemos que no hay separación dejamos de sentirnos ajenos a lo que acontece a nuestro alrededor. Ser protagonista es “hacernos cargo” de lo que generamos y tomar cada experiencia con un sentido de trascendencia y auto-superación. Sentirnos victimas nos esclaviza en el mismo patrón de repetición y nos sumerge en el sueño hipnótico de la separación.
Somos marionetas de nuestra limitada personalidad cuando respondemos al entorno desde la ceguera emocional. Tomar las riendas es poner luz en la oscuridad y animarnos a mirar dentro en lugar de señalar con ira lo externo.
El sentido común nos ayuda a esclarecer lo que nos puede resultar complejo comprender: Cuándo nos miramos al espejo y nos vemos despeinados… ¿Peinamos el espejo o peinamos el cabello? Seguramente lo segundo si somos sensatos. Pues bien, ¡a veces vamos por la vida queriendo peinar espejos!
Ahora que sabemos que todo es un espejo de nuestros movimientos internos, lo emocionalmente inteligente será dejar de proyectar y empezar a ejercer plena responsabilidad en la construcción de nuestra realidad.
¿Cómo ponerlo en práctica en la cotidianidad?
1- Registrar y tomar conciencia de los acontecimientos, sucesos y estilos vinculares que se repiten en nuestros escenarios de vida.
2- Dejar a un lado el hábito de justificar y culpar a nosotros mismos o los demás.
3- Auto-indagarnos: ¿qué características, actitudes y comportamientos que aborrecemos resuenan con nuestro trato interno?
Para cerrar los dejo con una frase que resume sabiamente lo que acabo de compartirles:
“Lo que resistes persiste, lo que aceptas te transforma”. Carl G. Jung.-
Resonancia Emocional e inteligencia emocional
Especialista en Psicología Cognitiva, Transpersonal. Posgrado en BNE.