El espacio de desconexión suele ser el mejor espacio de conexión. Aunque te parezca mentira, uno de mis trabajos en una empresa familiar se basó en que uno de los hijos del titular se tomara vacaciones.
Llevaba muy arraigada la idea de que el viaje debía ser constructivo. No tenía sentido que fuera una actividad de simple ocio. Finalizamos el coaching y unos meses más tarde vi en sus redes sociales que había hecho ese viaje tan necesario.
A veces, resulta sencillo sumarse a los planes de otra persona, pero cuesta mucho más a la hora de hacer algo en soledad.
Esa resistencia suele ser miedo a la intimidad con uno mismo. Pero cuando la superas y puedes gestar esos espacios sin tareas, comenzamos a escuchar soluciones y a generar una reserva creativa.
Somos responsables del mantenimiento de nuestro ecosistema creativo. Todo período de intensivo trabajo se nutre de nuestra reserva vital. Debemos aprender a recomponerla.
Llamo a este proceso alimentar la reserva.Para esto dedicaremos un espacio de tiempo a deleitarnos y divertirnos. No tiene nada que ver con el deber. No es de sentarse a leer un manual de procedimientos.
Pensá en el misterio y no en la maestría.
Se trata de nutrirte con placer.
La motivación suele parecerse a una ducha, no dura mucho, por eso, lo recomendable es replicarla a diario.
Los momentos de desconexión y descanso, ayudan a la motivación.
Acciones repetidas
Las tareas manuales también colaboran a la desconexión.
Por ejemplo, costura, carpintería, tejido, cocina, conducir, nadar, etc.
Este tipo de actividades regulares y repetitivas permiten el cruce del cerebro lógico hasta la parte creativa.
Las soluciones a los problemas más enmarañados pueden aflorar de pronto lavando los platos o en medio de un viaje en la ruta.
Podemos anotar ideas en una libreta o en el teléfono.
Yo uso una aplicación que se llama Keep que puedo abrir en mi mail cuando uso la computadora. Incluso es posible dictarle y lo pasará a texto.
También uso una grabadora de voz si me parece mejor guardarlo en audio.
Podés ir descubriendo cuál de todas estas opciones funcionan mejor para vos y usarlas.
¿Cómo alimento la reserva?
Pues, he ido variando las actividades con el paso del tiempo.
Lo que estoy haciendo ahora es salir a caminar con mi perra durante unos veinte minutos. Luego me preparo mate y me pongo a escuchar algún video que me guste sobre política o filosofía.
En ocasiones leo un libro frente a la ventana mientras veo cómo el sol va asomando detrás de las casas.
Es un rato mágico.
Para contar con él, tengo que levantarme temprano, pero vale el esfuerzo.
Entre dos y cuatro veces a la semana hago de entrenamiento funcional con mis hijos. Uso una app del teléfono que me dice los ejercicios o invento una rutina y controlo el tiempo con un cronómetro de boxeo que también tengo en el teléfono.
Y algo que extraño en estas épocas de confinamiento, es asistir a mi clase de biodanza una vez a la semana.
Tarea para la motivación emprendedora:
¿Qué actividades llenan tu reserva de energía y motivación?
¿Cuántas veces a la semana la querés hacer?
¿Qué actividad semanal dedicada a tu placer y ocio vas a realizar? Lo ideal es hacer algo que sea solo para vos. ¿Egoísta? Sí. Sos la persona más importante en tu proyecto. Es el momento de mimarte.
Redacción: Andrés Belizan